GENTE DEL TERESA
AURELIA ERBOLARI SCORZA, "La Nona"
Nació en Parma (Valmozora),
Italia
31 de agosto de 1924
Su madre fue modista y su padre trabajó en una fábrica de procesar el
trigo. Su infancia estuvo acompañada de una sana vida de campo, entre viñedos,
ríos y praderas. Su padre murió cuando ella apenas tenía seis años, dejando a su familia, una casa de tres pisos con un amplio terreno que
les permite salir adelante.
Desde muy joven ayudó a las labores de casa y siendo adolescente, comenzó a descubrir sus habilidades con la aguja e hilo. Así pues, se ganaba la vida zurciendo y reparando los vestidos de los pobladores cercanos a su entorno.
Desde muy joven ayudó a las labores de casa y siendo adolescente, comenzó a descubrir sus habilidades con la aguja e hilo. Así pues, se ganaba la vida zurciendo y reparando los vestidos de los pobladores cercanos a su entorno.
Aurelia se casó a los dieciocho años con un militar de la aviación, especialista
en radiotelegrafía, quien ya había
viajado antes a Venezuela. Cinco años más
tarde, en el año 1951, le propuso mudarse a este país, específicamente a la
ciudad de Barquisimeto, donde tenía algunos contactos y posibilidades de
trabajo.
Luego de un duro viaje por barco que duró treinta días, finalmente lograron
establecerse en esta ciudad, ella trabajando como modista y él, en la
construcción haciendo quintas, pequeños locales y grandes proyectos como el
Hospital de Barquisimeto, entre otras edificaciones. Más tarde, habiendo
logrado una buena posición económica, la familia decidió trasladarse a Caracas en
1956, donde ambos seguirán desarrollando sus actividades con buenas
perspectivas.
Poco a poco, el trabajo dedicado de Aurelia, le permitió entrar en contacto
con el mundo artístico. Gracias a la esposa de un amigo, cantante de ópera, quien
le solicitó la confección de un traje especial para una presentación. Desde entonces se da a
conocer como una artesana muy hábil en la costura, ya que el vestido lo realiza
con gran gusto, creatividad y excelente
factura. Este episodio le abre el mundo del espectáculo, y en particular, el de
la ópera y del ballet.
Se unió a un grupo de técnicos y productores que trabajaban para los eventos
producidos por el Teatro Municipal de Caracas, destacándose de inmediato en el
área de elaboración de vestuarios. Pronto conoció al Dr. Salvador Itriago, quien
en 1973 creó la Fundación Teatro Teresa Carreño, y con él, y a través de este
ente artístico, es contratada consecutivamente para trabajar en vestuarios
para obras de teatro y cine. Asimismo, se involucra en todas las producciones de
óperas y zarzuelas realizadas durante esos años en el Aula Magna de la UCV y en
los teatros Nacional y Municipal de Caracas.
Aurelia cuenta que una vez, durante una huelga de trabajadores en el Teatro
Municipal de Caracas, los productores de una zarzuela, se vieron en la necesidad
de pedir al personal de vestuario y
maquillaje, que colaboraran participando en escena como figurantes, ya que el personal artístico en
escenario era escaso. Así pues, durante varias funciones, el grupo de
trabajadores, entre ellas Aurelia, se adaptaron,
los zapatos, vestidos y pelucas para dar vistosidad y presencia a algunas de
las escenas y así no tener que suspender las funciones por los conflictos
laborales.
En 1981, entró formalmente en la Fundación Teatro Teresa Carreño, trabajando
en espacios improvisados ubicados en áreas aún no finalizadas de la
construcción del Complejo Cultural, en los que realizó, en circunstancias
adversas y con mucho esfuerzo, vestuarios de gran complejidad, para obras de
teatro, y óperas, como Italiana en Argel
y La cenicienta, que fueron presentadas como
estrenos en la Sala Ríos Reyna en los años 1983 y 1984 respectivamente.
En diversas ocasiones, una colchoneta era la solución para el descanso nocturno,
para así, con gran sacrificio, no interrumpir las interminables sesiones de
trabajo y de esta forma sacar adelante las producciones que exigían en muchas
oportunidades vestuarios de gran variedad, diseñados para más de 80 coristas,
cantantes principales, comprimarios y figurantes. Cada uno de ellos con solicitudes
y exigencias específicas a la hora de probarse un traje.
Algunos quedaban muy satisfechos, pero otros se quejaban por detalles en
las costuras, por los tipos de tela, por lo holgado o ajustados de los trajes,
por lo largo o corto de las faldas y pantalones, por los cierres o botones. En cada
uno de los casos, Aurelia se tomaba el tiempo necesario, para reparar y mejorar
estas molestias durante los intermedios o sobre el mismo escenario antes de
abrir el telón.
Su formación fue autodidacta, sin embargo, reconoce como sus primeros
maestros a sus mismos compañeros de
trabajo, recordando particularmente a Roberto Spolatore y al vestuarista Adán
Martínez, con quienes trabajó durante muchos años. Su destreza y conocimientos
en esta especialidad, la llevaron a ser por más de 20 años, la Jefa del Taller
de Sastrería.
Es incontable la cantidad de artistas que pasaron por el Departamento de
Vestuario y Sastrería del Teatro Terea Carreño. En cada producción participaban
decenas de ellos. Grandes personalidades del mundo lírico tuvieron una estrecha
relación con Aurelia. Podríamos mencionar a Cayito Aponte, Lucy Ferrero, Sara
Catarine, Víctor López, Víctor García, Inés Salazar, Aquiles Machado, Margot Parés
Reyna, Pedro Liendo, William Alvarado, Sergio Daniele, Elizabeth Almenar, Susan
Hinshaw, Adelaide Negri, Pablo Elvira, Cecilia Núñez, Luís Girón May, Violeta
Alemán, Sherril Milnes, entre otros muchos artistas nacionales e
internacionales que pasaron por la aguja de Aurelia Scorza.
Durante casi 30 años como modista, Aurelia no recuerda haberse sentado en
las butacas de la Sala Ríos Reyna para disfrutar de un espectáculo. En varias ocasiones, sólo tras bastidores, podía
ver por segundos, como se iluminaban sus trajes y vestidos, y cómo el público
aplaudía un espectáculo, en el que el vestuario ayudaba a definir con precisión las
características de los personajes, épocas y estilos.
Su larga experiencia en el arte como modista, aportó color y texturas en los trajes, que
compartieron en todo momento, una imagen única y coherente sobre la escena. El resultado: un verdadero trabajo de equipo que hace ver el espectáculo, como algo real y
creíble, llevando el drama o la alegría a puntos de excelencia que el público
aprecia conmovido con un gran aplauso al cierre del telón.
Aurelia fue jubilada en el año 2006, culminando así una etapa de su vida, en la cual estuvo entregada
al arte de la costura. Recibió varios premios, en los que destacan el Mara de
Oro, Guaicaipuro de Oro, Escenario
Juvenil, 5 botones y 5 diplomas de
reconocimiento por mérito de trabajo otorgados por la Fundación Teatro Teresa
Carreño.
Aurelia siempre ha amado al Teatro Teresa Carreño. Todavía se le ve
frecuentar estos espacios para reencontrarse con sus compañeras de trabajo,
dejando siempre a quienes saluda, una sonrisa de alegría a su paso. Su legado, lleno
de mística y trabajo, queda impregnado
en cientos de trajes que volverán a tener vida en futuras reposiciones de
óperas y zarzuelas sobre nuestros escenarios.
Texto Asdrúbal Urdaneta, 2014.
Fotos: Luis Jiménez (2014), Luis Brito (1998), Gonzalo Galavís y Colección Fotográfica del Centro Documental del Teatro Teresa Carreño
Fotos: Luis Jiménez (2014), Luis Brito (1998), Gonzalo Galavís y Colección Fotográfica del Centro Documental del Teatro Teresa Carreño