Tras cuarenta años de Vicente Emilio Sojo
Por Fabiana Sans Arcílagos
“Hombres así no mueren,
“Hombres así no mueren,
quedan en el espacio
y en el futuro, al porvenir,
hasta la fecha del
“Dies irae”1
Muchos han escrito sobre
Vicente Emilio Sojo, muchos lo ha recordado y homenajeado. Hoy, cuarenta años después
de su pérdida física, pero no espiritual, vamos a emprender un pequeño viaje al
pasado, retomando algunas de las palabras que se han dicho por y para él, con
la intención de recordar y destacar el afecto plasmado a través del tiempo para
que quienes no lo conocen aún, sepan quién fue, y los que sí, lo rememoremos en
su esencia, desde la voz de sus discípulos y allegados e incluso desde su
propia voz.
Gracias “a la asiduas
insistencias de Flor Roffé de Estévez”, en 1964 las Breves notas sobre algunos aspectos de la vida musical de una persona,
ven la luz. En este folleto autobiográfico, donde el maestro Sojo se refiere a
sí mismo en tercera persona, cuenta que vino al mundo el 8 de diciembre de 1887
en Guatire (actual Municipio del Estado Miranda) en el seno de una familia
principalmente de artesanos y agricultores, aunque por línea materna tuvo dos
antepasados músicos: el Licenciado Francisco Castro y su hijo Domingo.
Sojo recibió sus primeras
lecciones musicales de forma gratuita con Régulo Rico en el período comprendido
entre mediados de 1806 hasta 1905. Ya en esta época se registran documentos en
los que se puede percibir el gran músico que sería nuestro maestro. Una muestra
de ello se resguarda en un documento del Consejo Municipal de Guatire, fechado
en 1905, en el que se hace una solicitud de instrumentos para la Unión
Filarmónica del Distrito Zamora; en esta misiva se comenta que hay jóvenes que
se destacan, y que perfeccionando sus estudios con dicha dotación serían gloria
de la patria, enfatizando que, entre ellos, sobresale Vicente Emilio Sojo.
En el año 1906 se muda a
Caracas, donde combinaría su oficio de tabaquero con los estudios musicales en
la Academia de Bellas Artes, bajo la custodia de Andrés Delgado Pardo, aunque
confiesa que “su verdadero maestro fue Hilarión Eslava; a través de su tratado
de Armonía y el Contrapunto y Fuga”2
De entre sus anécdotas de
juventud cabe destacar un episodio en 1911, cuando Joaquín Silva Díaz lo
derrota en un concurso y a él le concedieron mención de honor, por “su
concienzuda labor armónica”3.
Sojo nos remite en su
escrito hacia aquella Caracas en la que se empezaron a escuchar las notas del
“arte nuevo” europeo, más concretamente francés y los jóvenes se empezaron a
familiarizar con las formas. Particularmente “le cautivaron la técnica
modulatoria de Frank; la fineza expresiva de Fauré; la intensidad poética de
Debussy, y la suma limpidez de Ma Mére
l’ole de Ravel”4. De aquí
en adelante Sojo ensaya el nuevo
estilo y se demuestra en sus composiciones como Salve Regina, O Salutaris,
entre otras.
Con este último comentario
como base, Rhazés Hernández López nos remite al recuerdo de un concierto
homenaje al maestro Sojo, realizado por la Orquesta Sinfónica de Venezuela. En
éste sonaron las notas de su obra Treno
para orquesta. Sobre este momento Hernández López expone que “es una obra de
gran envergadura (…). Por momentos trae reminiscencias de Fauré o mejor, de los
románticos franceses de la penúltima década del siglo XIX. (…) Una concepción
suelta en su vuelo, realizada con propiedad y dominio”5.
Proseguimos así con el
relato del maestro y con otra de sus obras: la Misa Cromática. Cuando ésta fue dada a conocer, fue “objeto de controversia, puesto que no se
ajusta a cánones hieráticos: los acordes que en número de sonidos sobrepasan a
las tríadas, se enlazan con absoluta libertad; los giros melódicos abundan en
distancias prohibidas por los “domies” del género”6. Esta misa fue estrenada en 1924 en la
Catedral de Caracas, y es una obra que registra una nueva etapa en la música
religiosa venezolana, pues “abandona el diatonismo para adentrarse con profundo
aliento en la armonía cromática”7.
En base a esta afirmación,
podemos escuchar de Antonio Lauro palabras similares cuando precisa que Sojo “llegó a innovar dentro del género musical, introduciendo
un cromatismo que hasta esa fecha estaba prohibido. En la música litúrgica no
se permitía el procedimiento armónico cromático (…) La notas de adorno, que
fueron otra de las cosas que dominó el maestro Sojo muchísimo y es lo que hacen
tan bellas sus composiciones”8.
Entre anécdotas y datos
cronológicos, Sojo nos va desglosando sus obras y detalles que derivan de esta
historia. Llegamos entonces a 1936, fecha en la que fue nombrado Director de la
Escuela Superior de Música. “Lo primero que Sojo hizo fue transformar, sin
consulta, la primitiva clase de armonía en Cátedra de Composición”9.
De aquí en adelante un número selecto de alumnos tuvieron la oportunidad de
forjar junto al maestro Sojo la vertiente de la escuela nacionalista.
El ya citado Hernández López
recuerda este movimiento nacionalista como la creación de una escuela y dice
que “representa una de las contribuciones más firmes para una definición de
nuestra cultura, de nuestra presencia como algo propio”. Prosigue
comentando: “cerca de un centenar de
obras llevan inscrito con rúbrica indeleble el signo de lo nacional sin que
allí encontremos lo estereotipado de un mal gusto, la chabacanería chovinista y
el alarde sin la perfección de lo espiritual.”10.
Por su parte José Antonio
Abreu opina que “él (Sojo) estuvo muy en
sintonía con el movimiento latinoamericano que encabezaban Ginastera, Chaves y
Villalobos que en aquel entonces, fundamentalmente en América Latina, entendió
la necesidad de insertar el movimiento de composición venezolano dentro de ese
cuadro continental y lograr una expresión musical de profunda originalidad y de
profunda raíz nacional en la historia”11
Sojo se dedicó en cuerpo y
alma a promover la cultura nacional a través de la música y realizó esta labor
de distintas maneras: desde su propia obra, desde la enseñanza, como recopilador y editor de diversas obras
del acervo nacional y, la más relevante de todas, como maestro de maestros
(Inocente Carreño, Evencio Castellanos, Antonio Estévez, Antonio Lauro, entre
otros).
Cabe destacar, como nota
anecdótica, que el maestro Sojo como resultado de búsqueda del
perfeccionamiento musical, era altamente selectivo con sus alumnos. No permitía
que todos los estudiantes que así lo quisieran, recibieran sus lecciones. Él
escogía minuciosamente a sus alumnos, se dedicaba a conocerlos y desarrollar su
potencial, sin perder de vista las ideas que quería enseñarles. Bien lo comenta
Antonio Estévez “él sabía llevar a sus discípulos según su idiosincrasia,
según su grado de preparación previa, según su sensibilidad, según las
cualidades psicológicas de cada quien
y él penetraba en eso mismo y trataba de
llevarlo individualmente a cada uno con sus características, respetando y a la
vez insuflándole las ideas que él quería”.12
En sus breves notas continúa
hablando sobre sus obras, alumnos y anécdotas. Pero, yendo un poco más allá, no
podemos dejar a un lado la labor emprendedora de Sojo, que tiene
hoy día su más alto representante en la Orquesta Sinfónica de Venezuela. Su
tenacidad por no dejarse llevar ante la desidia, el intrusismo, el facilismo y
la poca fé, lo llevaron a consagrar la principal institución musical del país.
Se puede leer sobre este
tema a Pedro Antonio Ríos Reyna cuando detalla “el maestro Sojo tuvo que vencer
muchas dificultades (…). Los conciertos ocasionaban perdidas, que el Maestro
Sojo cancelaba personalmente, la mayor parte de las veces. En muchas ocasiones,
también regalaba instrumentos a los ejecutantes jóvenes”. Sojo mantuvo su “esfuerzo heróico” por más o
menos 18 años. Gracias a él se logra la estabilidad y bienestar de la
orquesta”. Culmina aseverando que “la Orquesta Sinfónica Venezuela, fruto de su
tesón y de su espíritu creador, es su más hermosa obra y el mejor monumento que
puede levantarse a su espíritu de abnegación y sacrificio”13
Además, al maestro Sojo lo
vemos no solo en su afán en formar músicos o instituciones, sino en la creación
e implantación de "tradiciones" para el deleite del público, como
fueron por ejemplo los Conciertos Sacros, ofrecidos en el Teatro Municipal de
Caracas. En estos conciertos se escuchaba la música de los compositores
venezolanos de la colonia y, a pesar que trataron de acallar esa labor, según
nos comenta Rházes Hernández López, “la voluntad y tenacidad del artista
mirandino, su espíritu emprendedor, y en la convicción de que se estaban
llevando a cabo un trabajo de recuperación, de rescate, los Conciertos Sacros
del Viernes del Concilio se transformaron en una indestructible institución”14.
Así, en estos Conciertos
Sacros, que comenzaron el 31 de marzo de 1933 y se realizaron durante casi tres
décadas, no sólo se implantó la divulgación a través del Orfeón Lamas y la
Orquesta Sinfónica de Venezuela de los maestros coloniales, sino que se fomentó
la creación de nuevas obras, especialmente corales (para ser interpretadas por
el orfeón), las cuales marcarán una
intensa e importante etapa liderada por Sojo y algunos contemporáneos, como
Juan Bautista Plaza y José Antonio Calcaño, que más tarde sería continuada por
sus discípulos prolongando ese legado hasta el día de hoy.
Remitiéndome a mis primeras
palabras, muchos han escrito sobre él, muchos lo ha recordado y homenajeado.
Sin embargo, nunca habrá suficientes palabras de agradecimiento y admiración
hacia el padre del nacionalismo musical venezolano, instaurador de la Escuela
de Madrigalistas y fundador del Orfeón Lamas y de la Orquesta Sinfónica de
Venezuela. “El destino lo puso en el
momento apropiado y lo cumplió a cabalidad. Fue un hombre íntegro, un hombre
que se dedicó completamente a la música y a la formación de músicos”15.
Sobre
él recaen las notas de todas las generaciones. Hoy su nombre suena en el mundo.
Gracias Vicente Emilio Sojo.
Texto:
Agosto de 2014
Fotografías: Colección Fotográfica del Centro Documental, Teatro Teresa Carreño
Prensa: Colección Hemerográfica del Centro Documental, Teatro Tereresa Carreño: Últimas Noticias, 11 de agosto de 2004; El Universal, 11 de agosto de 2004; El Pueblo, 11 de agosto de 2004.
Fotografías: Colección Fotográfica del Centro Documental, Teatro Teresa Carreño
Prensa: Colección Hemerográfica del Centro Documental, Teatro Tereresa Carreño: Últimas Noticias, 11 de agosto de 2004; El Universal, 11 de agosto de 2004; El Pueblo, 11 de agosto de 2004.
Bibliografía
1 Hernández
López, Rhazés. (1971, 12 de diciembre). El maestro
Sojo y sus 84 años. El Nacional. Caracas-Venezuela.
2,3,4,6,7,9 Sojo,
Vicente Emilio. (1965, 8 de diciembre). Breves
notas sobre algunos aspectos de la vida musical de una persona. El Nacional. Cuerpo C, p.1, 12 y 14 Caracas-Venezuela.
5 Hernández
López, Rhazés. (1970, 8 de febrero) Concierto
homenaje al Maestro Sojo. El Nacional. Cuerpo A-5. Caracas-Venezuela.
8, 11,12,15 Cachano
Films para Lagoven S.A. (Sin fecha). Documental
sobre la vida del Maestro Vicente Emilio Sojo [Vídeo]. Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=Z3d4nHY21-8 / https://www.youtube.com/watch?v=-KD1mFnkjSw / https://www.youtube.com/watch?v=ue-EqbG_k3I
10 Hernández
López, Rhazés. (1967, 10 de diciembre). El Maestro Sojo y su obra. El
Nacional. Cuerpo A-7. Caracas-Venezuela
13 Lozano
Rafael. “Pedro Antonio Ríos Reyna o la ovación musical”. Revista Tópicos Shell.
14 Hernández
López, Rházes. (1968, 7 de abril). Concierto sacro en la Catedral. El Nacional.
Cuerpo A-5. Caracas-Venezuela
Hernández López, Rhazés. El
maestro (1975, 2 de febrero). Sojo en el
tiempo y en el espacio. El Nacional. Cuerpo A-4 Caracas-Venezuela.
Sangiorgi, Felipe. El
Maestro Vicente Emilio Sojo, vida y obra. Revista musical de Venezuela N° 27.
Enero-Abril. 1989. Caracas-Venezuela