martes, 22 de julio de 2014

Aurelia Erbolari Scorza: semblanza de una Modista de Alta Costura


GENTE DEL TERESA

AURELIA ERBOLARI SCORZA, "La Nona"

Nació en Parma (Valmozora),  Italia
31 de agosto de 1924

Su madre fue modista y su padre trabajó en una fábrica de procesar el trigo. Su infancia estuvo acompañada de una sana vida de campo, entre viñedos, ríos y praderas. Su padre murió cuando ella apenas tenía seis años, dejando a su familia, una casa de tres pisos con un amplio terreno que les permite salir adelante. 
Desde muy joven ayudó a las labores de casa y siendo adolescente, comenzó a descubrir  sus habilidades con la aguja e hilo. Así pues, se ganaba la vida zurciendo y reparando los vestidos de los pobladores cercanos a su entorno.

Aurelia se casó a los dieciocho años con un militar de la aviación, especialista en radiotelegrafía, quien ya había viajado antes a Venezuela.  Cinco años más tarde, en el año 1951, le propuso mudarse a este país, específicamente a la ciudad de Barquisimeto, donde tenía algunos contactos y posibilidades de trabajo.

Luego de un duro viaje por barco que duró treinta días, finalmente lograron establecerse en esta ciudad, ella trabajando como modista y él, en la construcción haciendo quintas, pequeños locales y grandes proyectos como el Hospital de Barquisimeto, entre otras edificaciones. Más tarde, habiendo logrado una buena posición económica, la familia decidió trasladarse a Caracas en 1956, donde ambos seguirán desarrollando sus actividades con buenas perspectivas.

Poco a poco, el trabajo dedicado de Aurelia, le permitió entrar en contacto con el mundo artístico. Gracias a la esposa de un amigo, cantante de ópera, quien le solicitó la confección de un traje especial para una presentación. Desde entonces se da a conocer como una artesana muy hábil en la costura, ya que el vestido lo realiza con gran gusto, creatividad y excelente factura. Este episodio le abre el mundo del espectáculo, y en particular, el de la ópera y del ballet.

Se unió a un grupo de técnicos y productores que trabajaban para los eventos producidos por el Teatro Municipal de Caracas, destacándose de inmediato en el área de elaboración de vestuarios. Pronto conoció al Dr. Salvador Itriago, quien en 1973 creó la Fundación Teatro Teresa Carreño, y con él, y a través de este ente artístico, es contratada consecutivamente para trabajar en vestuarios para  obras de teatro y cine. Asimismo, se involucra en todas las producciones de óperas y zarzuelas realizadas durante esos años en el Aula Magna de la UCV y en los teatros Nacional y Municipal de Caracas.

Aurelia cuenta que una vez, durante una huelga de trabajadores en el Teatro Municipal de Caracas, los productores de una zarzuela, se vieron en la necesidad de pedir al personal de vestuario y maquillaje, que colaboraran participando en escena  como  figurantes, ya que el personal artístico en escenario era escaso. Así pues, durante varias funciones, el grupo de trabajadores, entre ellas Aurelia, se adaptaron, los zapatos, vestidos y pelucas para dar vistosidad y presencia a algunas de las escenas y así no tener que suspender las funciones por los conflictos laborales.

En 1981, entró formalmente en la Fundación Teatro Teresa Carreño, trabajando en espacios improvisados ubicados en áreas aún no finalizadas de la construcción del Complejo Cultural, en los que realizó, en circunstancias adversas y con mucho esfuerzo, vestuarios de gran complejidad, para obras de teatro, y óperas, como Italiana en Argel y La cenicienta, que fueron presentadas como estrenos en la Sala Ríos Reyna en los años 1983 y 1984 respectivamente. 

En diversas ocasiones, una colchoneta era la solución para el descanso nocturno, para así, con gran sacrificio, no interrumpir las interminables sesiones de trabajo y de esta forma sacar adelante las producciones que exigían en muchas oportunidades vestuarios de gran variedad, diseñados para más de 80 coristas, cantantes principales, comprimarios y figurantes. Cada uno de ellos con solicitudes y exigencias específicas a la hora de probarse un traje.

Algunos quedaban muy satisfechos, pero otros se quejaban por detalles en las costuras, por los tipos de tela, por lo holgado o ajustados de los trajes, por lo largo o corto de las faldas y pantalones, por los cierres o botones. En cada uno de los casos, Aurelia se tomaba el tiempo necesario, para reparar y mejorar estas molestias durante los intermedios o sobre el mismo escenario antes de abrir el telón.

Su formación fue autodidacta, sin embargo, reconoce como sus primeros maestros a sus mismos compañeros de trabajo, recordando particularmente a Roberto Spolatore y al vestuarista Adán Martínez, con quienes trabajó durante muchos años. Su destreza y conocimientos en esta especialidad, la llevaron a ser por más de 20 años, la Jefa del Taller de Sastrería.


Es incontable la cantidad de artistas que pasaron por el Departamento de Vestuario y Sastrería del Teatro Terea Carreño. En cada producción participaban decenas de ellos. Grandes personalidades del mundo lírico tuvieron una estrecha relación con Aurelia. Podríamos mencionar a Cayito Aponte, Lucy Ferrero, Sara Catarine, Víctor López, Víctor García, Inés Salazar, Aquiles Machado, Margot Parés Reyna, Pedro Liendo, William Alvarado, Sergio Daniele, Elizabeth Almenar, Susan Hinshaw, Adelaide Negri, Pablo Elvira, Cecilia Núñez, Luís Girón May, Violeta Alemán, Sherril Milnes, entre otros muchos artistas nacionales e internacionales que pasaron por la aguja de Aurelia Scorza.

Durante casi 30 años como modista, Aurelia no recuerda haberse sentado en las butacas de la Sala Ríos Reyna para disfrutar de un espectáculo. En varias ocasiones, sólo tras bastidores, podía ver por segundos, como se iluminaban sus trajes y vestidos, y cómo el público aplaudía un espectáculo, en el que el vestuario  ayudaba a definir con precisión las características de los personajes,  épocas y estilos.

Su larga experiencia en el arte como modista, aportó color y texturas en los trajes, que compartieron en todo momento, una imagen única y coherente sobre la escena. El resultado: un verdadero trabajo de equipo que hace ver el espectáculo, como algo real y creíble, llevando el drama o la alegría a puntos de excelencia que el público aprecia conmovido con un gran aplauso al cierre del telón.

Aurelia fue jubilada en el año 2006, culminando así una etapa de su vida, en la cual estuvo entregada al arte de la costura. Recibió varios premios, en los que destacan el Mara de Oro, Guaicaipuro de Oro, Escenario Juvenil,  5 botones y 5 diplomas de reconocimiento por mérito de trabajo otorgados por la Fundación Teatro Teresa Carreño.
Aurelia siempre ha amado al Teatro Teresa Carreño. Todavía se le ve frecuentar estos espacios para reencontrarse con sus compañeras de trabajo, dejando siempre a quienes saluda, una sonrisa de alegría a su paso. Su legado, lleno de  mística y trabajo, queda impregnado en cientos de trajes que volverán a tener vida en futuras reposiciones de óperas y zarzuelas sobre nuestros escenarios.

Texto Asdrúbal Urdaneta, 2014.
Fotos: Luis Jiménez (2014), Luis Brito (1998), Gonzalo Galavís y Colección Fotográfica del Centro Documental del Teatro Teresa Carreño


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