miércoles, 6 de diciembre de 2006

El amor y El lago de los cisnes

¿Por qué El lago de los cisnes es el ballet más representado en el mundo? Sin ser dueños de la verdad nos atrevemos a decir que es porque esta pieza gira en torno a uno de los temas fundamentales en las preocupaciones cotidianas del hombre: el amor, ese sentimiento por el cual se mueven mundos. El joven príncipe Sifrido al cumplir su mayoría de edad debe elegir entre las nobles de la comarca a su futura esposa, para anunciarla la noche su cumpleaños. Angustiado por esta situación se dirige a cazar con sus amigos al bosque. Una vez en el lago ven una manada de cisnes blancos. Se disponen a dispararle, cuando Sigfrido fascinado por la belleza del cisne que comanda la manada, se retrae. Se asombra al descubrir que es Odette, una bella princesa transformada en cisnes por el maléfico embrujo de Von Rothbart, un mago, padre de Odile (cisne negro), a quien aspira casar con Sigfrido. Este último se enamora de Odette y le jura amor eterno. De cumplirse la promesa Odette quedaría desencantada. Ella durante el día se convierte en cisne y por breves momentos en la noche es una mujer que espera ansiosa su primer beso de amor para liberarse del hechizo. Esto no lo podía permitir Von Rothbart, quien se va a la fiesta de Sigfrido haciéndole creer que Odile es Odette. El cumpleañero le jura amor a Odile, dejando a Odette en manos de Rothbart. Un amor imposible parece ser el destino de los antiguos amantes. No obstante Sigfrido despierta y rompe el hechizo para luchar por el verdadero amor, por la verdadera reina de los cisnes. Junto a Odette enfrentan los poderes de Von Rothbart, logrando que al final triunfe el amor.

Esta es la historia esencial de este ballet, la cual repite la misma simbología sobre el tema desde la antigüedad griega. Desde entonces se conocen relatos de jóvenes transformados en cisnes. Ovidio, por ejemplo, lo reflejó en su Metamorfosis. Lo mismo ocurre con muchas leyendas escandinavas, gracias a las cuales esta historia se extendió por todo el norte de Europa.

El ballet se estrenó el 4 de marzo de 1877 en el Teatro Bolshoi de Moscú, sin mayores éxitos, ya que fue presentada con apresuramiento, utilizándose sólo una parte de la partitura de Tchaikovsky. Se reemplazó su música por considerarla entonces inadecuada para la danza. El ballet alcanzó escasas presentaciones. El compositor pensó hacer una revisión, pero murió en 1893 sin poder realizarla.
A pesar del poco éxito alcanzado en su estreno tuvo dos presentaciones más en el Bolshoi. La primera se realizó en 1880 con una coreografía de Olaf Hansen. La segunda se hizo en 1882, igualmente con coreografía de Hansen, y con Lydia Geiten en el papel central. Tras algunas funciones sólo los archivos del teatro sabían de esta pieza.
Es cuando Marius Petipa (1818-1910), director de coreografía del Ballet Imperial Ruso y quien luego sería considerado como el que perfeccionó el ballet dándole un argumento largo, entonces reconocido por su éxito en el montaje de La bella durmiente, también de Tchaikovsky, presentó su versión de El lago de los cisnes en 1895. En esta oportunidad Petipa contó con la asistencia de Lev Ivanov y la participación de la afamada “ballerina” italiana Pierina Legnani en el personaje principal.

Años más tarde, Alexander Gorsky (1870-1924), primera figura del ballet ruso, maestro de baile, director de escena y alumno de Petipa, repuso la pieza en la nueva versión de Petipa-Ivanov. Desde entonces nuevas versiones o revisiones se han realizado. En 1910 se presentaron en Londres dos actos donde Olga Diaghilev y Ludmilla Schollar fueron las estrellas principales. Un año más tarde le correspondió a Serge Diaghilev dar a conocer su adaptación en dos actos y tres cuadros, según la versión de Petipa-Ivanov. En 1920 Stanislaki y Nemirovith-danchenko, directores del Teatro de Arte de Moscú, con la colaboración de Gorsky restauraron el ballet. En esta oportunidad el doble personaje Odette-Odile fue encomendado a dos bailarinas distintas y se le agregó el personaje del bufón. Las versiones prosiguieron y en 1953 Vladimir Bourmeister realizó una revisión de la obra basándose en la partitura original. Después el Coronel Basil intentó reducir la obra a un solo acto pero no tuvo el éxito esperado. Otro estilo le dieron también los “ballet soviéticos”, que cambiaron el escenario de la acción por 1830 en vez de la Edad Media. La obra se dividió entonces en tres actos y cuatro cuadros.

La crítica de danza Thamara Hannot considera que existen tres elementos de juicio para analizar en la pieza. Esos elementos son: estilo, técnica y carácter. Según ella, el énfasis de cada uno de ellos varía de un acto a otro. En el segundo acto existe un predominio de estilo y carácter, por sobre la técnicas. En el tercer acto predominan las necesidades de técnica y se debe tomar en cuenta las variaciones masculinas y femeninas.
Por su parte, el crítico musical Harold C. Schönberg en la obra Los grandes compositores, destaca varios elementos que nos permiten entender la importancia de la obra en la historia general de este arte. El citado autor argumenta que “El ballet está implícito en un número elevado de las partituras de Tchaikovsky, a pesar de que el compositor creó tan sólo tres ballets propiamente dichos. Hasta Tchaikovsky, gran parte de la música de ballet había sido mera búsqueda de efectos sonoros.” Prosigue Schönberg diciendo que “Léo Delibes abrió nuevos caminos y demostró lo que un compositor realmente diestro podía lograr. Tchaikovsky admiraba la música de Delibes, y algunos pasajes de El lago de los cisnes la deuda es evidente. Los tres ballet de Tchaikosky están cerca de la ópera, salvo el hecho de que las partes correspondientes a la “voz” están consagradas a los bailarines y no a los cantantes.”

Es digno de destacar el contexto en que Peter Ilich Tchaikovsky (
1840-1893) escribe este ballet, convertido hoy en un clásico en su género. En esa época, el compositor ruso también creó Francesca da Ramini, su ópera Eugen Onegin y su Cuarta sinfonía. Esta última estaba dedicada a una admiradora secreta que lo sostenía con una pensión, gracias a la cual se dedicaba exclusivamente a la composición, luego de la crisis nerviosa que sufrió por su separación, a las pocas semanas de casado. A pesar de sus estudios de piano de la infancia, Tchaikovsky se había iniciado tardíamente en el mundo de la música de manera formal. Sus estudios los comenzó a los veintiún años con Arthur Rubinstein, los cuales culminó con un premio, reconocimiento que le permitió convertirse en profesor de armonía del Conservatorio de Música. Para el momento del estreno de El lago de los cisnes ya había conseguido cierto reconocimiento. Se opuso al nacionalismo musical y al estilo que representan el grupo de los cincos, Borodin, Mussorgski, Rimski-Korsakov, Cui y Balakirev. Como sabemos, el romanticismo musical está relacionado con el romanticismo, la corriente de cambios en literatura, bellas artes y filosofía, que consideraba que la verdad podría ser captada mediante la emoción, el sentimiento y la intuición. La música del romanticismo intentaba expresar estas emociones y describir esas verdades más profundas, mientras conservaba o incluso expandía las estructuras formales del período clásico.

Tchaikovsky consiguió su máximo esplendor cuando comenzó a dirigir sus propias obras, lo que le permitió realizar giras por Europa y Estados Unidos. Hoy es reconocido y admirado en todo el mundo, como lo prueban la popularidad de sus principales composiciones. Entre sus últimas obras cuentan los ballets La bella durmiente, El cascanueces, su ópera La dama de Picas y sus sinfonías Quinta y Sexta (Patética).

El lago de los cisnes se estrenó en Venezuela por primera vez en 1945, gracias a la versión en un sólo acto ofrecida por el ballet del Coronel Basil en el Teatro Municipal. Desde entonces, bien sea en versiones completas, Pas de Deux, o algunos de sus actos, El lago ha estado presente en la historia del ballet en el país. De esa época inicial se conocen los montajes del Ballet de la Nena Coronil, el Ballet Nacional de Venezuela, el de Alicia Alonso e Ygor Youskevitch, el del Ballet Clásico de Lenningrado, Gran Ballet Clásico de Francia y Ballet Estable del Teatro Colón de Buenos Aires, entre otros. Años más tarde se registran numerosos montajes del Ballet Teresa Carreño en versiones completas o fragmentos.

© Centro Documental
Jesús Eloy Gutiérrez
Jefe Unidad Centro Documental
Texto preparado para “El Lago de los Cisnes”Agosto 2006

1 comentario:

Anónimo dijo...

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