miércoles, 6 de diciembre de 2006

Del autor de El Amor Brujo

Manuel de Falla (1876-1946), compositor español nacido en Cádiz. Digno representante de la música nacionalista española, junto a los catalanes Isaac Albéniz y Enrique Granados y el sevillano Joaquín Turina. Uno de los principales maestros de la música contemporánea, reconocido tanto en Europa como en América. En 1915, en plena Guerra Mundial, estrenó El amor brujo como representación escénica en el Teatro Lara de Madrid, con Pastora Imperio en el papel de Candelas. Esta obra es considerada como la “más acabada y perfecta de Falla, por lo espontánea y lo personal, por sus aciertos en las ideas melódicas, sus originales pasajes y su orquestación maravillosa.” Esta pieza que en el 2005 cumple noventa años, al poco tiempo de su estreno, fue reformada por el propio autor, reforzando su instrumentación y dándola a conocer como suite de concierto. La nueva versión se divulgó por todas partes, y uno de sus fragmentos, la “Danza del fuego”, transcrita para piano por el propio compositor, logró gran repercusión, ya que fue incorporada al repertorio de todos los grandes pianistas del momento. Las versiones siguieron: el libretista Gregorio Martínez Sierra modificó también el argumento primitivo, a partir de lo cual la pieza logró un enorme éxito, principalmente desde su estreno en París, interpretado por Antonia Mercé (la“Argentina”) y Vicente Escudero.
El amor brujo es un ballet en un acto donde es notable el predominio de modos arcaicos y exóticos. En el mismo se narra la historia de amor entre Candela, una gitana poseída por el espíritu de un antiguo pretendiente muerto, y Carmelo. Éste se disfraza de espectro en la "Danza del fuego" para liberar a su amada del embrujo. Horas antes del estreno de la obra, Falla declaraba al diario La Patria de Madrid: “Hemos hecho una obra rara, nueva, que desconocemos el efecto que pueda producir en el público, pero que hemos sentido". Decía “Hemos hecho” porque para ese estreno contó con la colaboración de María Martínez Sierra y el impulso decisivo de Pastora Imperio.
Y es que en su aventura en el mundo de la música no estuvo solo. Sus primeras lecciones musicales las recibió de su madre, la pianista María Jesús Matheu. Después de trabajar la armonía, el contrapunto y la composición en su ciudad natal con Alejandro Odero y Enrique Broca, ingresó en el
Conservatorio de Madrid, donde tuvo como maestros a José Tragó y Felipe Pedrell. La influencia de este último fue fundamental en la conformación de su estética, ya que fue él quien lo puso en conocimiento de la música autóctona española, tan importante en su producción futura.
No fue un compositor prolífico, pero todas sus creaciones, son de un asombroso grado de perfección. Su acercamiento al mundo de la zarzuela dio como fruto algunas piezas que hoy permanecen perdidas u olvidadas, como Los amores de Inés. Sus años de estudio en Madrid culminaron con la composición de la
ópera La vida breve, obra ganadora del primer premio de un concurso convocado por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En Francia (1905-1912) entró en contacto con Claude Debussy, Maurice Ravel, Dukas y Albéniz, cuya influencia es perceptible en sus composiciones de entonces, especialmente en Noches en los jardines de España, obra en la que, a pesar del innegable aroma español que transmite, no deja de tener cierto impresionismo en la instrumentación. Londres lo vio debutar como pianista en 1911 con sus Quatre Pièces espagnoles.
La bibliografía considera que su madurez creativa empieza con su regreso a España, en el año 1914. Época de El amor brujo y otras piezas como El sombrero de tres picos, Siete canciones populares españolas para voz y piano, Fantasía bética para piano y Noches en los Jardines de España. Es notable la evolución desde el
nacionalismo folclorista de estas primeras partituras, inspiradas en temas, melodías, ritmos y giros andaluces o castellanos, hacia un nacionalismo que buscaba su inspiración en la tradición musical del Siglo de Oro español y al que responden la ópera para marionetas El retablo de maese Pedro y el Concierto para clave y cinco instrumentos. En sus obras anteriores De Falla hacía gala de una extensa paleta sonora, heredada directamente de la escuela francesa, mientras que en estas últimas composiciones su estilo fue haciéndose más austero y conciso.
La última época de su vida, Falla la pasó preparando la que consideraba debía ser la obra de su vida: la cantata escénica La Atlántida, sobre un poema en
lengua catalana, que le había obsesionado desde su infancia y en el cual veía reflejadas todas sus preocupaciones como ser humano. En Córdoba, Argentina se encontraría con la muerte sin culminar su cantata escénica, tarea que hizo en1961 Ernesto Halffter a partir de los esbozos dejados por el maestro.


© Centro Documental
Jesús Eloy Gutiérrez
Jefe Unidad Centro Documental
Texto publicado en el programa de mano “El amor brujo” Octubre 2005

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